El terreno a descubrir nos lo facilitó Kiko y Mirari,, enamorados del esquí de fondo, que no exageraron en sus descripciones como más tarde gratamente comprobamos. El Jura lo forman un conjunto de sierras alineadas al oeste del lago Leman entre Suiza y Francia, y que van entre los 900 a los 1600 m. de altura. Aunque no es un macizo de mucha altitud, se considera una de las zonas más frías de Europa, lo cual favorece la acumulación y calidad de la nieve.

Existen decenas de posibles recorridos, pero elegimos la GTJ (gran trasjurásica), que nos daba la posibilidad de atravesar la cordillera casi por completo. El recorrido es un gran clásico y se encuentra perfectamente balizado (excepto pequeños tramos), permitiendo realizarlo incluso con mala visibilidad.

La idea era funcionar de forma “contodoencima”, más pesada, pero que nos permitía decidir la duración de las etapas, y descubrir los “txokos” más inverosímiles para pernoctar. El equipo consistía en esquís clásicos (con escamas) y una combinación de trineos de fibra y trineos infantiles (resultaron los más técnicos). En total unos 25 kilos por cadera.

Montamos todos los trastos en Altsasu y después de unas trece horas paramos a dormir cerca del punto de partida. En la aproximación no veíamos apenas nieve y la calefacción de la furgoneta nos aislada de la realidad: hacía una “raska” de la “Otilia” (unos 10 grados de “fresko”). Temperatura que nos acompañaría cada noche igual que el plato preferido de Rubén (la “sopinstant”).

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