No hace falta ir muy lejos para disfrutar de lo lindo. Sólo hacen falta los buenos ingredientes: un lugar por descubrir, una nueva manera de viajar y un grupo de amigos... En realidad se gestó más como una toma de contacto con el trabajo perruno para futuros viajes, que como un reto en sí.



El terreno a descubrir nos lo facilitó Kiko y Mirari,, enamorados del esquí de fondo, que no exageraron en sus descripciones como más tarde gratamente comprobamos. El Jura lo forman un conjunto de sierras alineadas al oeste del lago Leman entre Suiza y Francia, y que van entre los 900 a los 1600 m. de altura. Aunque no es un macizo de mucha altitud, se considera una de las zonas más frías de Europa, lo cual favorece la acumulación y calidad de la nieve.

Existen decenas de posibles recorridos, pero elegimos la GTJ (gran trasjurásica), que nos daba la posibilidad de atravesar la cordillera casi por completo. El recorrido es un gran clásico y se encuentra perfectamente balizado (excepto pequeños tramos), permitiendo realizarlo incluso con mala visibilidad.

La idea era funcionar de forma “contodoencima”, más pesada, pero que nos permitía decidir la duración de las etapas, y descubrir los “txokos” más inverosímiles para pernoctar. El equipo consistía en esquís clásicos (con escamas) y una combinación de trineos de fibra y trineos infantiles (resultaron los más técnicos). En total unos 25 kilos por cadera.

Montamos todos los trastos en Altsasu y después de unas trece horas paramos a dormir cerca del punto de partida. En la aproximación no veíamos apenas nieve y la calefacción de la furgoneta nos aislada de la realidad: hacía una “raska” de la “Otilia” (unos 10 grados de “fresko”). Temperatura que nos acompañaría cada noche igual que el plato preferido de Rubén (la “sopinstant”).

Le Chauffaud-Chex le Brandt

Amaneció un día precioso que nos cargó las pilas para empezar cuanto antes con el temilla. Dejaríamos el vehículo en Chauffaud y más tarde volveríamos a por él confiando en el autostop. Esparcimos todos los enseres en la puerta del colegio y poco a poco cada uno completamos nuestros puzzles en forma de trineos. El alboroto de los niños en el recreo enfundados en monos de esquí nos contagió para echar a andar a toda máquina, mientras algunos gritos salían de nuestras gargantas de pura emoción. Después de que diésemos una “vueltika” de lo más tonta, pusimos los sistemas de navegación en alerta. Pronto empezamos a darnos cuenta de que en los trineos profesionales no había que levantar la carga más de la cuenta o la simple huella de la pista les hacía volcar. El recorrido no defraudaba alternando preciosos valles salpicados de solitarios caseríos y espesos bosques de abetos. En Les Seignes paramos a coger agua y apareció una linda gabachita para atendernos que permaneció en las mentes de algunos varios días. La noche nos empezaba a atrapar y aunque no era muy tarde decidimos ponernos a buscar nuestra suite. Al final el balcón de la “chez de madera” se convirtió en la mejor cama de toda la travesía.

Chex le Brandt-Les Fourgs


Después de algunos pequeños percances le fuimos pillando el “tranquillos” y acabamos parando al fondo del valle en el pueblo fronterizo de Les Verrieres de Joux. Atravesamos el pueblo cada uno a su aire, y comenzamos la segunda tarea del día: subir la ladera contraria. El hielo apareció y acabamos tirando con los esquís a cuestras. El paisaje iba cambiando: pequeños valles, estrechos caminos entre abetos, colinas peladas... Después de un suave descenso llegamos a Les Fourgs donde un trineo tirado por caballos nos hizo viajar a tiempos pasados. Café “au lait” del termo y a buscar refugio. Al final una cuadra con literas de “luxure” en forma de remolque nos hizo la función.Otra vez al buen tiempo acompañaba al amanecer. Dormimos de gloria entre las plumas, excepto Jokin que llevó su saco “frigolín” de 3000 (antiguas pesetas). A partir de ese día se acostumbró a meterse entre los demás. Cogimos los trineos y a los pocos kms. nos topamos con la primera bajada de envergadura. Los trineos de fibra intentaban adelantarnos mientras nosotros pobres conductores, hacíamos lo imposible por devolverlos a su posición.

Les Fourgs-Le Coquille Chalet

La pereza podía con nosotros, y es que afuera se oía el viento y la lluvia caer sobre el tejado de nuestro refugio.

Poco a poco fuimos despertando y empaquetando el equipaje mientas alguno cantaba sones cubanos para subir la moral.

A eso de las 11 abandonamos la cuadra y comenzamos a deslizarnos silenciosamente, cada uno metido en su mundo, con el ánimo un poco tocado. Fue la etapa más desagradable, y es que además del mal tiempo, nos encontramos la parte más urbanizada de la travesía.

Después de atravesar Metadief (una estación de esquí alpino) y de avituallarnos de “pain” y agua, Juanma empezó con la que se convirtió en permanente tarea de pegar sus botas. A la salida perdimos el camino, y un abuelote nos dirigió hacia el buen camino, no sin antes atravesar un bosque repleto de pinos arrancados por un tornado. Todo un reto si además de ir con esquís le sumabas la “gabarra”. Al final nos reencontramos con la GTJ y continuamos subiendo y alejándonos de la civilización. La “meteo” anunciaba nieve a partir del día siguiente pero la borrasca se adelantó y lanieve empezó a rebozarnos. Ese día adelantamos la búsqueda del refugio, cansados y entumecidos. Esa noche un enorme refugio de cazadores nos resguardaría de la intemperie, y siguiendo el consejo de un amigo gallego que dice que “más vale humeira que titiriteira” intentamos caldear el ambiente.

La coquille Chalet-Chez de Liadet

Nos despertamos entumecidos, y después de preparar la leche para el desayuno con la nieve de la ventana, nos preparamos para la marcha. La hoguera de la noche sirvió para secar un poco la ropa sudada.

Más adelante la GTJ se mostraba más interesante al seguir una zona sin pisar estrecha entre un bosque de pinos. Este día los ánimos no estaban muy finos, y cada uno cogió su ritmo. Sobre todo Jokin cuyo trineo volcó al atravesar un riachuelo y casi mandó todo a la mierda. Pocos kilómetros más arriba de Mauthe nos juntamos con Kiko y Mirari, donde tomamos un tentempié y cambiamos impresiones. Pronto se hizo de noche ya en Chez Liadet. Y mientas Kiko llevaba a Rubén para recoger la furgoneta, nosotros jugamos con la oruga de marcar trazos. Esa noche dormimos como ángeles en la furgoneta.


Chez de Liadet- Belle Fontaine

Salimos temprano, el tiempo había cambiado radicalmente, y un estupendo sol iluminaba el paisaje donde nos encontrábamos.

Consultando el mapa y animados por la meteorología decidimos salirnos de la ruta. Fuimos recorriendo por nieve virgen un precioso valle donde nos cruzamos con un cervatillo medio devorado, y acabamos ascendiendo por un bosque de abetos hasta cruzarnos de nuevo con la GTJ.

Nos movíamos por la que sería la zona de mayor altitud de la travesía a unos 1200 metros y de mayor belleza.

Llegamos a Chapelle de Boix un pueblo tranquilo, muy pintoresco y muy fanático del esquí nórdico como podíamos comprobar al ser adelantados por jubilados enfundados en sus monos, demostrando un estilo perfecto.

Después de crear expectación e intentar mejorar nuestro estilo mirando un armonioso culito rojo, nos dirigimos con el pan debajo del brazo a la Belle Fontaine, pasando por el lago helado. Paisaje de abedules que hacían un bello contraste con su tono moteado sobre la blanca nieve; anochecer maravilloso.

Se nos hizo de noche y había que buscar nuestros aposentos, así que siguiendo las indicaciones de Kiko ascendimos unos cuatro kilómetros, contemplando las estrellas y encontramos un refugio alucinante. Refugio del Chalet des Ministres.

Chalet des Ministres- Ref. Frasse

Nos levantamos a –10 ºC dentro del refugio. El vestirse fue duro; desayuno y a preparar el trineo. Ese era el km. 110 de la GTJ. Después de un sube y baja, descendimos dirección Le Bois de Amond, para acabar por una cuesta empinada en el valle de la pettite Lapoine.

Fue un día soleado, incluso con calorcito por todo el sube y baja del valle L’Orbe. Varios cruces de rios, carreteras, túneles, dejando el lago casi helado y de tono oscuro de Las Raisse, hasta llegar al pueblo del mismo nombre. Comida y compra de pan al sol, y de marcha hacia Les Joux. Un poco más adelante encontramos un establo cuya base de estiércol cubrimos con nieve, y después de barrer un poco el sobretecho, hicimos la cena y a dormir.

Ref .Frasee- Les Closettes

Ese día apunté en mi diario: “Hoy ha amanecido nublado. Miedo a tener algún bicho dentro del estómago, pero nada sólo ha sido un susto. Hemos seguido hacia arriba hasta el ref. de Frasse que está en plno Foret de la Masacre, paisaje de abedules.

Teóricamente hay un mirador desde el que se ven los Alpes, pero hoy nada de nada. Hemos descendido pasando por unos refugios con placas solares.

Y atravesando las pistas llegamos al pueble de La Jouse, donde no hay ni pan. Atravesamos la carretera y continuamos hacia la Belle Combre, nos han adelantado una cuadrilla de ancianos haciendo skating por un estrecho siguiendo los postes de la luz. Al poco nos para un guardia y a pesar de hacernos los “longuis” acabamos pagando medio bono de cuatro euros cada uno. Tras el breve descenso hacia el valle de Belle Combe, comemos en el ayuntamiento. Ascendemos hacia Les Closettes, donde encontramos tres refugios. Hemos ocupado uno de “hippies”, y tras varias historias de terror y varias bromas, hemos cenado y a dormir....”

Les Closettes- Giron

La llegada al valle de Les Closettes con luna llena fue alucinante. El refugio hippie muy bonito, y la marcha con un día radiante mejor aún. Sabíamos que quedaban pocos kilómetros, y nos lo tomamos con calma sacando fotos. Subida a un nuevo collado con vistas muy amplias y alucinantes. Con el control que tenemos con los esquís y los trineos, disfrutamos de la bajada hasta el pueblo de Giron. Las predicciones del druida del grupo sobre el tiempo que costaría ir a dedo a por la furgoneta, fueron acertadas. Recogemos los bártulos y de vuelta para Altsasu no sin llenarnos las panzas en Irún ante el estupor de la camarera que no daba crédito a nuestro saque...

Algunos comentarios

- Para desplazarnos utilizamos esquís de fondo clásico (con escamas).

- Nosotros hicimos la travesía de forma autónoma, acarreando todo lo necesario para acampar y cocinar durante la travesía. Todo esto no es necesario si se quiere utilizar la amplia oferta de refugios y albergues que aparecen en la ruta.

- Toda la travesía aparece balizada para su recorrido con esquís GTJ (gran transjurásica), resultando difícil perderse (pero no imposible).

- En cuanto a la meteorología, sólo sufrimos día y medio de mal tiempo, disfrutando el resto de los días de un tiempo maravilloso y de unas noches heladoras (-10ºC).

- Travesía realizada del 4-13 de febrero de 2004 por Jokin Esparza, Julen Fernández, Rubén Segura y Juan M. Negredo.

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